Antes de que usted comience a fortificar una agenda de contactos que le permita fortalecer su cuenta corriente le quiero hacer una proposición muy honesta, señor presidente del gobierno español. Le propongo que me acompañe a visitar algunos de los países en guerra o con conflictos internos o vecinales a los que su gobierno ha vendido armas en los últimos años, violando la ley de control de armas aprobada por el parlamento español en diciembre de 2007. Incluso la invitación la hago extensible a su esposa y a sus dos hijas. Señor presidente, quiero ver su cara cuando le explique a su familia las razones por las que se ha convertido en el mejor traficante de armas de la historia de la democracia española.  Sobre todo quiero ver su cara y las caras de sus seres queridos en alguna de las ciudades libias destruidas, en algunos de los barrios colombianos repletos de desplazados por los combates o en el guetto de Gaza.