jueves, 17 de mayo de 2012

Valencia o cómo hundir un sistema financiero en menos de un año

(...) El dominio de la CAM se logró mediante el nombramiento de empresarios afines: primero Vicente Sala (Zaplana) y después Modesto Crespo (Camps). La nueva relación convirtió a las cajas en herramientas financieras del Gobierno autónomo. Y las llevó a invertir en casi todos los proyectos ruinosos de los últimos años: el aeropuerto de Castellón, la Ciudad de la Luz de Alicante, Terra Mítica, la Ciudad de las Artes y las Ciencias y otros.
El nuevo escenario dentro y fuera de las cajas también multiplicó la influencia de los empresarios del sector inmobiliario, que accedieron en buen número a sus consejos de administración. Era la época en que su poder parecía total: promotores y constructores dirigían las patronales valencianas, sus clubes de fútbol y las fallas que acaparaban los premios. Pedían créditos y las cajas y el Banco de Valencia se los concedía. Creaban sociedades conjuntas. El triángulo formado por políticos, banqueros y empresarios del ladrillo supuso que, solo en la primera mitad de la pasada década, se aprobaran planes urbanísticos, algunos de ellos frenados por la crisis, equivalentes a levantar entera otra ciudad de Valencia, según los cálculos realizados por el catedrático Ernest García.
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