Se nos dice insistentemente que tenemos un fuerte déficit presupuestario y que por ello son necesarios los recortes, sobre todo los recortes en el gasto social.
Veamos la verdad de esta afirmación ampliando el campo de análisis: como es fácil comprender el déficit se puede generar por exceso de gasto, por defecto de recaudación o por ambas cosas.
Para justificar los recortes alegan que estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades. Si nos ceñimos al gasto social, en el que se ceban los recortes, es ilustrativo compararnos con los países con un nivel de desarrollo similar al nuestro, los países de la antigua Unión Europea de los 15 (UE-15). Nuestra renta per capita es el 95% de la renta media de estos países (Aragón esta en el 100%), pues bien, según Eurostat la media que estos países dedican a gasto social (sanidad, desempleo, pensiones, etc.) es el 27% de la riqueza que generan (PIB), mientras que el Estado Español sólo dedica el 20%. Dicho de otra manera, nuestra renta per capita es el 95% de la media europea, mientras que nuestro gasto social sólo es el 74%, por lo que para vivir según nuestras posibilidades, con arreglo a estándares europeos, tendríamos que ampliar este gasto social en más de un 25% en eso que se llama el Estado del Bienestar. Así pues, una vez más, no es cierto lo que nos dicen, sino que podemos decir con propiedad que vivimos por debajo de nuestras posibilidades.
Entonces, si nuestro gasto social es bajo y aún así tenemos déficit ¿Dónde esta el problema? Evidentemente en el otro término de la ecuación, en la recaudación. Por ello no tendríamos que estar hablado de recortes sino de la cuestión fiscal, de los impuestos. Una vez más, con la valiosa ayuda de los medios de información, nos hacen jugar en el campo equivocado. Como dicen algunos expertos en información, frecuentemente es más importante lo que se nos oculta que lo que se nos muestra. Dicho de manera coloquial “mienten como bellacos”.
Pero volvamos a la cuestión fiscal. Contrariamente a lo que se dice, nuestra presión fiscal es baja, ronda el 32% del PIB, cuando la media europea es del 42% y la de los países nórdicos como Suecia el 52%. Con esta sencilla visualización vemos donde esta la raíz del problema.
Para justificar esta baja presión fiscal se nos dice que unos impuestos altos desincentivan la inversión y generan paro: ¡cómo se puede decir esto en el país con menos impuestos y, aún así, mayor índice de paro! Por el contrario países con altos impuestos, como los nórdicos, tienen bajos índices de paro.
Existen muchos estudios que ponen en evidencia la injusticia fiscal en nuestro país, por no extenderme más señalaré, como dice el Profesor Vicenç Navarro, que mientras un trabajador español (que tiene una presión fiscal igual a la media de uno europeo) paga un 75% de los impuestos de un trabajador sueco, un gran empresario español paga solamente el 20%.
Por otra parte ya son conocidos los altos niveles de evasión y elusión fiscal practicadas por los ricos y superpicos (hasta Aznar dijo que en España los ricos no pagan impuestos), como reiteradamente denuncian los inspectores de hacienda en sus informes, por cierto, de muy recomendable lectura.
Este tema de fiscalidad no es exclusivo de nuestro país, aunque aquí se manifieste de manera más cruda y evidente. Desde la década de los 80 en la mayoría de los países, y a partir de los 90 en España, se ha producido una regresión fiscal importante a favor de las rentas altas y en contra de las rentas del trabajo, de tal manera que hasta el muy conservador FMI (informe de mayo-2010) y la propia Unión Europea reconocen que alrededor del 50% del déficit de los Estados está generado por estos regalos fiscales a las rentas altas. Si añadimos las ayudas a la banca y el descenso de recaudación a causa de la crisis ya podemos ver cuales son las causas del déficit.
Pero, ¿qué supone todo esto?, pues es ni más ni menos que una gigantesca estafa, un inmenso trasvase de renta de las clases menos pudientes a las más pudientes. Algunos sencillos ejemplos de nuestro entorno lo ponen en evidencia: hace un par de años el gobierno socialista elimino el Impuesto del Patrimonio, alrededor de 1.800M de €. Para tapar este agujero se congelan las pensiones, es decir, se transfiere esta cantidad de 7M de pensionistas a las 40.000 familias más pudientes del país que son las que fundamentalmente cotizan por este concepto. Igualmente podríamos hablar del impuesto de sucesiones y la paralización de las ayudas a las personas dependientes y de otros muchos casos. Es decir un gran e inhumano expolio, tanto es así que las desigualdades se han incrementado de una manera escandalosa, así que mientras mucha gente lo esta pasando mal, el mercado de los productos de lujo ha incrementado en el último año un 18%.
Así pues los países en general y España en particular, ante esta penuria recaudatoria tienen que recurrir para financiarse a los “mercados”, y aquí empieza otro drama (drama que sería comedia si tenemos en cuenta que estos mercados están alimentados por el dinero que previamente se nos ha sustraído a nosotros) porque estos mercados prestan con unos generosos intereses y a condición de que renunciemos a muchos derechos que creíamos irrenunciables y que ellos consideran privilegios: sanidad, educación y pensiones públicas, salarios dignos, mercado de trabajo regulado, etc.
El problema es que estas exigencias impuestas por los mercados deprimen la economía y hacen imposible la salida de la crisis (en un programa “59 segundos”, el representante de IU, contrario a estos recortes, desafió al resto de los contertulios a que le señalaran un solo país que con estas medidas hubiese salido de la crisis. Creo que aún lo están buscando), además hipotecan el futuro dados los altos intereses de la deuda que muchos países, entre ellos el nuestro, tienen que pagar.
En fin, esto no es mas que una breve (espero que no pesada) explicación de la esperpéntica situación en la que un reducido número de estafadores nos ha metido a la inmensa mayoría de los ciudadanos. Quedarían muchas cosas de las que hablar: el papel de las agencias de calificación, el problema del euro que se esta configurando como una soga al cuello, la miseria de la mayoría de los medios de información, de cómo delincuentes financieros están ocupando altos cargos en la economía mundial, de qué pasa con la Democracia, de que todos los políticos no son iguales como se dice, etc., etc.
¿Cómo salir de este circulo vicioso?: el primer paso me parece evidente y sería incrementar el gasto publico sobre todo en servicios del Estado del Bienestar y en impulso de la economía productiva sobre todo la no lesiva con el medio ambiente. Esto, claro está, supone una amplia reforma fiscal y dejar de considerar un déficit razonable como una maldición. Hay que desarmar los mercados y rearmar la democracia, creando impuestos a las transacciones financieras, poniendo coto a la libre circulación de capitales y eliminando los paraísos fiscales, sin olvidar la creación de una banca publica democráticamente controlada (hemos perdido una buena ocasión con el tema de las cajas de ahorros). Hay que rediseñar toda la estructura de la EU y fundamentalmente de la zona euro, para que esté al servicio de los ciudadanos y no del fundamentalismo de mercado y para que sea un ejemplo de integración regional en el que otros se puedan mirar.
Estas medidas que pueden parecer utópicas no tienen nada de revolucionarias, muchas de ellas estaban en vigor en países capitalistas antes de la marea neoliberal, esto da idea de lo que hemos retrocedido. En cualquier caso la crisis que padecemos no es solo económica, es una profunda crisis del sistema y bueno será que pensemos como superar este sistema que cada vez muestra más su rostro depredador y criminal que, entre otras cosas y teniendo los medios para evitarlo, permite que millones de personas mueran de hambre porque como dijo en su día el presidente del Bank of America “eliminar el hambre no es rentable”, a la vez que determina una degradación medioambiental que si no la paramos pronto tendrá carácter irreversible.
La cuestión es ¿Quién le pone el cascabel al gato?, la respuesta es tan evidente como problemática: sólo nosotros, los estafados, podemos llevarla a cabo, nosotros tenemos el poder y ellos lo saben, por eso emplean tanto talento, tiempo y dinero en que no tomemos conciencia de ello. Así pues hay que tomar conciencia y movilizarnos, apoyarnos en lo mucho que nos une y no en lo que nos separa como hacemos con frecuencia. En este sentido el 15-M puede ser un soplo de esperanza.
Dentro de unos días tenemos unas elecciones, afilemos nuestras conciencias y votemos políticas alternativas, será un paso, un paso dentro de un camino que se promete largo pero ineludible.
Demetrio Calvo Nueno (Zaragoza, 1945)
Asociación de Defensa de la Sanidad Pública de Aragón
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