El Departamento de Herpetología de la Sociedad de Ciencias Aranzadi ha analizado por primera vez los efectos del herbicida glifosato, de uso común incluso en nuestras ciudades, sobre los anfibios europeos. Los resultados no dejan margen para la duda, con dosis menores a las recomendadas en los prospectos por los fabricantes, se produce una mortalidad absoluta para las 10 especies estudiadas.
Cada vez es mayor el número de compuestos químicos que contaminan el agua, procedentes principalmente de la actividad humana. Se conocen grandes focos de contaminación más o menos puntuales, pasando muchas veces desapercibida la contaminación difusa derivada de una agricultura intensiva que afecta a enormes extensiones de terreno y a sus sistemas acuáticos (acuíferos, ríos, lagos, embalses, charcas…). Este problema medioambiental ha aumentado en los últimos años debido al crecimiento de la población mundial y al incremento de los potenciales contaminantes elaborados por multinacionales del sector agrícola. Entre estos compuestos químicos destacan por su creciente uso los herbicidas, y en particular el glifosato.
El glifosato, de la multinacional Monsanto, es uno de los herbicidas más empleados en la actualidad. Se aplica tanto sobre las hojas, como en troncos y raíces y actúa inhibiendo la síntesis de aminoácidos esenciales para las plantas. Es utilizado principalmente en agricultura, pero su uso se ha extendido a la jardinería (es habitual su uso en ciudades como Donostia), e incluso lo usa la Administración para la eliminación de Plantas Exóticas Invasoras en el medio natural.
Desde su creación, a mediados de los 60, han ido en aumento los estudios toxicológicos sobre sus efectos. La Agencia de Protección Ambiental y la Organización Mundial de la Salud clasificaron los herbicidas con glifosato como levemente tóxicos para humanos. Sin embargo, existe cierta controversia porque algunos estudios recientes indican que podría afectar al desarrollo embrionario, causando malformaciones, abortos o cáncer. En cualquier caso, no cabe la menor duda de que el glifosato afecta negativamente a los ecosistemas naturales, sobre todo los medios acuáticos, donde tiende a acumularse. En estos medios, el efecto es múltiple, ya que afecta a todos los representantes de la cadena trófica, tanto a niveles basales, eliminando el fitoplancton que nutre a muchos organismos, como a animales mayores, como peces o anfibios.
Los estudios realizados con anfibios del continente americano muestran que las dosis recomendadas por los fabricantes son mortales para la mayoría de especies analizadas. Sin embargo, hasta ahora no se había evaluado la incidencia del glifosato en especies europeas. Por ello, en 2009 el Departamento de Herpetología de la S. C. Aranzadi inició el estudio de su incidencia en las especies del País Vasco. Hasta la fecha se han analizado 10 especies y, en algún caso, más de una población de una misma especie. En estos 3 años se ha evaluado el 55% de las especies de anfibios presentes en el País Vasco. Los primeros resultados obtenidos en los estudios ecotoxicológicos.
Las dosis recomendadas por los distintos fabricantes, superan ampliamente las concentraciones toleradas por las especies europeas analizadas hasta el momento.
No todas las especies son igual de vulnerables; especies que prefieren las charcas temporales para reproducirse presentan menor tolerancia que las que se reproducen en masas de agua permanentes.
Algunas poblaciones de una misma especie pueden ser más vulnerables que otras, así las poblaciones más aisladas y amenazadas se mueren con dosis menores, posiblemente como consecuencia de la depresión genética derivada de su propio aislamiento.
Las sustancias coadyuvantes que acompañan a los herbicidas con glifosato, pueden llegar a ser igual de tóxicas que el propio glifosato. Por tanto, existen diferencias en los niveles de toxicidad de las distintas marcas comerciales de glifosato.
En dosis menores a las letales, que no producen mortalidad en un principio, a largo plazo también pueden afectar a la biología y comportamiento de los anfibios, al crecimiento, al estado de salud o a la capacidad de escapar de depredadores, por ejemplo, reduciendo su supervivencia.
Para concluir, sugerimos que se reduzca al máximo la utilización del glifosato y proponemos la limitación de su uso a espacios y periodos de tiempo concretos, desechando su aplicación en espacios con alto valor ecológico, donde se debería apostar por otros métodos. El Departamento de Herpetología de la S. C. Aranzadi seguirá evaluando el efecto de los distintos componentes químicos empleados en la agricultura convencional, utilizando anfibios y reptiles como bioindicadores, con el compromiso de poder dotar a la ciudadanía de nueva información con la que gestionar más adecuadamente nuestro entorno natural.
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