sábado, 11 de febrero de 2012

EL "AGUALLUEVE" DE ANENTO (9 de febrero de 2012)

Anento es un municipio de la provincia de Zaragoza en el límite con Teruel.
Por la autovía Mudejar y después de pasar el puerto de Paniza hay que tomar una salida a la derecha que en 6 kilómetros, por el altiplano, nos coloca encima del pueblo de Anento.  Quedan restos de la nevada de la semana pasada.  Un breve descenso de la carretera y ya estamos.
El  día es soleado,  aunque el termómetro digital colocado en una roca a la entrada del pueblo señala -4º.  Se está bien.


El agua que cae de una especie de fuente con forma de árbol ha formado unos grandes “chupones” de hielo en la placica de la entrada.  Al lado una oficina de turismo lógicamente cerrada.
Veníamos con la idea de visitar “El Aguallueve” y comprobar si la surgencia se ha helado.  El camino, muy bien indicado, se dirige buscando el comienzo del barranco.  El “Aguallueve” se encuentra debajo del cortado y al agua mana de entre los estratos calizos

A nuestra izquierda queda el pueblo y a la derecha una pequeña vega regada por esas aguas.
La primera sorpresa, justo cuando acaba lo última edificación y tocando los tapiales, nos estaba esperando un rebaño de cabras de varios tamaños, con cornamentas y sin ellas.  Deben ser una docena más o menos.  Aguantan nuestra presencia y se dejan fotografiar manteniendo una distancia prudente.

   
Chopos,  hiedras, alguna rapaz y el ruido del trabajo de algún pájaro carpintero que  luego veremos perforando viejos nogales.
Un  poco más allá una fuente y dos mesas.  Parada y almuerzo. La sensación es de encontrarnos en un microclima.  Seguro que el agua y el abrigo del viento fueron decisivos para ubicar el poblado.


Enseguida se llega al final del camino.  Una balsa debajo de la surgencia no tiene nada de hielo.  El cartel indica que está prohibido bañarse.  En verano puede ser una tentación pero el pueblo bebe de aquí y la prohibición está justificada.
La “chupones” ahí están.  Se oye el agua.  Fotos a todas caras.









El regreso lo hacemos por la orilla izquierda.  Una balsa más pequeña tiene una caseta para patos pero los patos no se ven.  En el suelo de la senda aún quedan algunas nueces con muy buen sabor.  Un peirón a nuestra izquierda y cruzando el riachuelo con huerta a ambos lados se llega al pueblo que tiene un albergue, un bar, un restaurante y un multiservicio.


El multiservicio está abierto pero sin clientes.  Su gestor toma el sol al lado de sus perros. Nos cuenta que la perrra debió llevar mala vida antes de que la recogiera Ahi está, al lado de uno de sus cachorros. Nos dice que viven sólo unas decenas de personas en invierno pero que en verano el pueblo se llena.  El cuidado de las fachadas parece confirmarlo.  Se encarga también del albergue. No nos da tiempo de visitar las calles ni el castillo, comeremos en Zaragoza.  Lo contaremos y volveremos.
Una grata sorpresa
José Angel

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