El informe referido en este artículo de lemonde.fr viene en apoyo de la tesis mantenida en la denuncia a la Central nuclear de Garoña por contaminar térmicamente el Río Ebro (ver artículo en www.greenpeace.org ).
Fukushima ha demostrado dramáticamente: las
centrales eléctricas son impotentes contra los elementos. De una manera menos
violenta, pero igualmente preocupante, se muestran cada vez más vulnerables al
calentamiento del clima. El aumento de la temperatura del agua y la reducción
del caudal de los ríos, de los que se extrae un volumen importante para su
refrigeración, supondrá una amenaza para el futuro funcionamiento de las
centrales nucleares y de carbón en Europa y los Estados Unidos, confirma un
nuevo estudio publicado el lunes en la revista Naturee climate change y cita Reuters
.
El equipo de investigadores europeos y americanos
ha medido la temperatura actual de las aguas y ha efectuado una proyección
hasta mediados de siglo. Así estiman que el número de días en que el agua de
los ríos y lagos alcance temperaturas consideradas hoy como extremadamente
elevadas será tres veces más elevado.
En este mundo más cálido, la escasez de agua de
refrigeración se producirá de dos maneras. De entrada, muchos ríos verán su
caudal reducido. Sin embargo, las centrales termoeléctricas, que abastecen el
91% de la electricidad en los EE.UU. y el 78% en Europa, representan
respectivamente, el 40% y el 50% del consumo de agua dulce en estos países, tanto
para producir vapor de agua que va a alimentar las turbinas como para refrigerar
las mismas. Dado que el volumen de agua que se bombea viene definido por
criterios medioambientales, puede acarrear una escasez de agua para las
centrales. En Francia, por ejemplo, cuando el caudal del Loira cae por debajo
de 60 metros
cúbicos por segundo, en condiciones de fuerte calor, las
cuatro plantas extraen a pleno régimen entre 3 y 10 metros cúbicos
por segundo, deben ser controladas para mantener un nivel suficiente de agua en
el río.
Las proyecciones efectuadas por el estudio de las
variaciones de caudal de los ríos:
Entonces, la temperatura del agua va a aumentar, lo
que resulta inadecuado para la refrigeración de las centrales eléctricas. En
Estados Unidos y Europa las plantas tienen la obligación de controlar que no se
supere una determinada temperatura en los ríos (en torno a los 28 ° C en
Francia) cuando vierten el agua proveniente de sus circuitos de refrigeración.
Si se alcanza esta temperatura máxima, la planta debe reducir la potencia o incluso
detener sus turbinas.
Las proyecciones de aumento de la temperatura de
los ríos:
En consecuencia: la capacidad de producción
eléctrica de las centrales nucleares y de carbón deberá descender entre el 4 y
el 16% en los EE.UU. y del 6 al 19% en Europa entre 2030 y 2060. Y la
probabilidad de una disminución extrema de la producción eléctrica (- 90%), que
desencadenará un cierre total o parcial de infraestructuras, prácticamente se
triplicará.
“Este estudio sugiere que nuestras necesidades
de refrigeración térmica es algo que tenemos que revisar, máxime cuando aumenta
la demanda de electricidad”, asegura Dennis Lettenmaier, co-autor
del informe y profesor de ingeniería civil y ambiental en la Universidad de
Washington en Seattle.
Sin embargo, existen soluciones para minimizar el
problema. En este sentido, el estudio aconseja la construcción de centrales
eléctricas menos dependientes del agua dulce, sustituyéndola por el agua salada
de los mares en la que el calentamiento será más lento. La centrales de gas
natural, las más recientes, por contra requieren menos agua que las de carbón o
las nucleares.
Audrey Garric
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