Por ley, todos los aparatos electrónicos deben reciclarse en plantas
autorizadas. Aquí se despojan de elementos tan nocivos como el fósforo,
el mercurio o los gases refrigerantes. El resto de componentes
(plástico, aluminio, cobre o vidrio) se procesan para fabricar nuevos
productos.
La legislación ambiental es cada vez más exigente y no reciclar estos residuos, como lo señala, es un fraude. En fechas recientes, el Parlamento Europeo ha aprobado una norma más estricta de recogida y reciclaje de RAEE, que deberá adaptarse al ordenamiento jurídico español para entrar en vigor.
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