Hace ya catorce años un grupo de inquietos consumidores decidieron buscar por su cuenta los alimentos ecológicos que no encontraban en los establecimientos. Lo hicieron creando una pequeña asociación que con el nombre Consumeco La Ribera, situada en el barrio zaragozano de Delicias, centralizaba las compras conjuntas hechas entonces por kilos o unidades.
El grupo fue a más, como lo hizo su interés por productos sanos y respetuosos con el medio ambiente, así que un decidido grupo de mujeres planteó la posibilidad de crear una cooperativa de consumo, siguiendo los parámetros de una iniciativa similar en Navarra, de nombre Landare, que funcionaba ya con gran éxito.
Nacía así en 2003, la cooperativa de consumo ecológico El Bisaltico, situada en un local de la calle Maestro Mingote, del zaragozano barrio de las Fuentes.
Formada en sus inicios por 32 socios, El Bisaltico fue organizando los pedidos, contactando con los proveedores y buscando los productos que demandaban sus consumidores allá donde se produjeran o se fabricaran. Sus 600 referencias se han convertido actualmente en 1.200 y en su establecimiento pueden encontrarse alimentos frescos (fruta, verduras, hortalizas); panadería y pastelería, una amplia selección de alimentos envasados y conservados a temperatura ambiente (desde harina de tapioca a chuches, patés de algas, leches vegetales o cava), alimentos que requieren frío (yogures y kéfires de cabra y de vaca, yogures vegetales), quesos variados, hamburguesas y embutidos vegetales o embutidos y carnes. Pero también hay productos para la limpieza personal y del hogar e incluso parafarmacia.
«Círculos concéntricos»
Para proveerse de estos productos utilizan el sistema de «círculos concéntricos», es decir, comienzan con los productores locales y van ampliando su diamétro de su compras en función de las dificultades para encontrar el alimento demandado. Lo hacen también así por coherencia ecológica, porque cuanto más lejos se encuentra el producto más transporte necesita, más gasolina se consume, más contaminación se produce. «En Aragón nos encontramos con un importante déficit de no perecederos que tenemos que comprar fuera de la comunidad», señala uno de los miembros de la dirección, José Enrique Lobera.
Sus comienzos no fueron más difíciles que los de cualquier actividad que comienza, recuerda Lobera, pero echaron de menos, como lo echan todavía, el apoyo de la administración, con él hubieran podido seguir la senda de otras iniciativas de este tipo como la navarra Landare (1.200 socios) o la andaluza La Ortiga (2.000 socios). Pese a todo, El Bisaltico ha ido sorteando los obstáculos porque, como señala Lobera, «siempre hay un grupo de gente entusiasta para la que nada está demasiado lejos ni nada es demasiado alto».
El Bisaltico cuenta ahora con 50 socios fundadores, que con su entrada aportan 250 euros al capital social y una cuota mensual de 10 euros. Llegaron a ser hasta 150 cooperativistas, pero algunos se fueron descolgando por circunstancias personales o bien porque la crisis ha hecho mella en sus economías. «Por este motivo tenemos varias decenas de socios en excendencia, que de momento no contribuyen», detalla.
No hay que ser socio para poder acercarse al consumo ecológico. Una modalidad que ofrece El Bisaltico es hacerse «simpatizante» (actualmente tiene unos 40), para lo cual solo hay que pagar una cuota de 10 euros al mes.
Pero cualquier persona, explica Lobera, puede cruzar las puertas de la cooperativa y comprar siempre que quiera. Eso sí, en este caso el precio de los productos es «algo más elevado» que para los socios y los simpatizantes.
Dado que los alimentos ecológicos son aquellos producidos sin la utilización de productos químicos y con técnicas respetuosas con el medio ambiente, hasta El Bisaltico se acercan aquellos consumidores que lo que quieren es «comer bien»; aquellos preocupados por su salud, tanto «antes de que les dañe como una vez que han sido diagnosticados de alguna enfermedad» y ecologistas, o como señala Lobera, «consumidores que cumplen varios de estos requisitos a la vez».
El representante de esta cooperativa explica que consumidor ecológico no es sinónimo de consumidor vegetariano, pero reconoce que muchos ciudadanos que optan por este último tipo de alimentación acuden también a la cooperativa, en la que «hay mucho movimiento de productos elaborados con proteína vegetal».
Como en todo, la crisis no perdona y se nota «especialmente en esos socios consumidores que ahora tenemos en excedencía», detalla el representante de la cooperativa, que matiza, sin embargo, que el consumidor. ecológico suele ser un cliente fiel porque aunque el producto sea algo más caro «es una cuestión de prioridad». Claro que Lobera destaca que esa fidelidad está en función de la oferta y precisamente El Bisaltico sabe de referencias, varíedad y calidad. Además, detalla el representante de la cooperativa, entre sus clientes figura «mucha gente aconsejada por los médicos» ya que este tipo de alimentación, insiste, en muy aconsejable para aquellos que se van a someter (o ya lo han hecho) a tratamientos oncológicos, o para los que padecen multialergias.
Subsistir y organizarse
Cuando Lobera piensa en el futuro de la cooperativa lo que espera es que la iniciativa «subsista» y lo haga, a pesar de los complicados momentos económicos, creciendo, tanto en número de socios como de simpatizantes o de clientes en general.
Entre sus objetivos a corto y medio plazo figura continuar trabajando para conseguir mayor suministro y mejores precios para los consumidores, aunque reconoce que el principal problema es que la mayor parte de la producción ecológica se vende en los mercados exteriores y allí estos alimentos llegan a cotizar demasiado al alza.
Pero piensa también en una mayor organización en la distribución porque advierte: «Si no somos nosotros los que organizamos la distribución vendrán las grandes superficies y la controlarán ellas». De hecho, los responsables de la cooperativa están en conversaciones con un productor y distribuidor aragonés que tiene claro que este proceso tiene que convertirse en un ciclo cerrado, en el que se reagrupen y participen los productores, se realice también transformación y se controle la distribución hasta llegar al último eslabón: el consumidor. «Formar parte de ese proyecto es el futuro de El Bisaltico», cree Lobera.
Heraldo de Aragón. Domingo, 31/3/2013
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