jueves, 1 de marzo de 2012

Torres de Berrellén. Desembocadura del Jalón y Río Ebro.

Ruta circular: Torres de Berrellén,  barca de Torres, desembocadura del Jalón, Sobradiel, Torres de Berrellén. Mañana del 1 de Marzo de 2012.
Había buscado en la Web “Senderos de Turismo de Aragón” del Gobierno de Aragón algún recorrido cercano a Zaragoza, a poder ser circular, para dar un paseo mañanero.  Los trece kilómetros cumplían también los requisitos de la búsqueda.  Así que, decisión tomada.
A las diez y media aparcamos en la misma plaza de Torres y buscamos, como dice la fotocopia, “las afueras”. En pocos metros estamos al lado del moderno polideportivo municipal.  Tomamos a la izquierda, por intuición,  y llegamos a la señalización del “Paso de barca” y GR 99.  Sin dudar más, llegamos al Ebro.  Revisión del pontón, lectura de los paneles  y fotos.  Río arriba enseguida se alcanza la desembocadura del Jalón.  Regresamos al paso de barca y continuamos río abajo. Después de saludar a una jauría enjaulada de perros nos desviamos a la izquierda para entrar en un soto.  La falta de agua se hace evidente, todo está muy seco y los brotes esperan aún unos días más. 
A nuestra derecha es visible una ermita blanca.  Dice la fotocopia que está dedicada a San Antonio.  Delante unas cuantas mesas y un depósito de agua sugieren la idea de que, en algún momento, aquí viene bastante gente a comer.
Decidimos colocar nuestro pequeño almuerzo encima del granito brillante de las mesas. La elegancia del granito, más lapidaria que encimera,  contrasta con la solución de bovedilla y puerta reciclada del  depósito de agua..
Regresamos a la ribera. Una persona retira ramas quemadas del ribazo que linda con el camino.  Se le ha ido la mano, quiero decir el fuego que prendió su mano, y hay víctimas vegetales además del los hierbajos.  No serán las únicas que veremos en lo que resta de recorrido.  Las líneas negras de las quemas de los márgenes van a ser un continuo.  En bastantes ocasiones no se han detenido donde debieran.  Hay varios árboles quemados.  Restos  de conchas de caracoles que no espabilaron a tiempo, cañas tumbadas al quemarse sus bases.  A estas alturas ya nos hemos separado del río.
El caso es que llegamos a Sobradiel.  Solo rozamos el pueblo y nos llama la atención la altura desproporcionada de un edificio que no imaginamos para que está destinado.  Giro a  la derecha  y siempre con la referencia de una acequia en nuestro lado izquierdo, acabaremos volviendo a Torres de Berrellén.
 De este trozo, excepto la distancia de 3,8 kilómetros, la fotocopia todo oculta.  Nada de los ribazos negros, de  negros mas allá de los ribazos más incontrolados todavía, sería otra época del año. Pero nada de  escombros y basuras repartidos, nada de granjas de cerdos derruidas con sus uralitas, sus aislantes y los inevitables colchones  a pie de camino.  El redactor, creo yo, prefirió callar.
Entramos a Torres por una calle premio de engalanamiento de 1985 y llegamos a la plaza.  Dos edificios municipales llaman la atención por su color impactante. Para gustos…
El día era bueno y el Ebro ha puesto todo de su parte para darle interés, aunque, desagradecido, nos ha devuelto parte de los plásticos que le regalamos, días antes, curso arriba.
Se me olvidaba.  Durante las tres horas nos ha acompañado el sonido de fondo de ráfagas de ametralladora.  La crisis económica no ha hecho mella en los presupuestos del polígono de tiro militar, al otro lado del  Ebro.
 Seguro que hay otras rutas circulares.
José Ángel

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