jueves, 1 de noviembre de 2012

Revista Es Posible: La tulipomanía

Si tuviéramos que hacer una historia natural de las especulaciones económicas deberíamos empezar por el que tenemos registrado como el primer fenómeno especulativo de masas y que giraba en torno a una flor, el tulipán, y a un país burgués sumergido en las aguas de la compraventa, Holanda. La conocida como “Fiebre del tulipán” arrasó Holanda a principios del s. XVII y a través de ella el precio del tulipán vivió una escalada que hizo que en su máximo esplendor se pagara por un bulbo 1.000 florines neerlandeses cuando el salario común anual de un trabajador de la época era de 150 florines según nos cuenta la wikipedia en su entrada sobre esta fiebre.


Pero, ¿cómo llegó Holanda, una nación industriosa y comerciante, a sumergirse en tal delirio botánico? Contaba el periodista irlandés Charles Mackay en su libro de 1851 Memorias de extraordinarias ilusiones y de la locura de las multitudes que el tulipán se introdujo en Occidente en el s. XVI a través de Constantinopla donde era ya apreciado, entrando en la sociedad holandesa a través de la Compañía de Indias y del gusto que por aquel entonces se estaba desarrollando por lo exótico y su clasificación botánica. No en vano cuenta la leyenda que fue Carolus Clusius o Charles de L’Ecluse, uno de los padres de la horticultura, quien empezó a cultivarlos en Holanda para delectación privada escondiéndolos a los ojos ajenos y que fue un hurto hortícola el que expandió la belleza de la flor por un país húmedo que resultó óptimo para esta rareza natural.

Empezando como signo de distinción social que hizo obligatorio que todo noble o rico comerciante holandés debiera ser recibido en su hogar por una colección de esas flores, su popularidad se convirtió en una enfermedad contagiosa que dio lugar a una fiebre especulativa a la que toda la sociedad se entregó con furor creando incluso un mercado basado en flores inexistentes y bulbos prometedores. Pero la enfermedad no sólo se instaló entre los compradores sino en las propias plantas porque de hecho el tulipán cuando está sano ofrece un color uniforme y poco matizado pero bajo el efecto de determinadas enfermedades como la Tulip Breaking Potyvirus alcanzaba una perfección de matices que convirtieron a los bulbos que sufrían este virus en valiosas obras de arte naturales conocidas con el poético nombre de “Semper August”.revistaesposible.org
Evidentemente, el virus, a la vez que le aportaba unas delicadas rayas blancas o amarillas a unas flores que como todos los tulipanes sólo florecían durante una semana, debilitaba al bulbo que, en este caso en concreto, llegó a extinguirse pronto quedando de él sólo bellas reproducciones artísticas y encendidos sonetos. Pero antes de apagarse sus colores, los bulbos de esta especie vivieron robos, falsificaciones en las que se pintaban las rayas y sobre todo, especulación, mucha especulación en la que los palacios se cambiaban por bulbos y éstos se correspondían a quince años de trabajo honrado u ochenta cerdos gordos (ocho cerdos gordos: 240 florines).

El drama de la tulipomanía ocurrió con el crash bursátil del tulipán que ocurrió el 6 de febrero de 1637 cuando se sacó a la venta medio kilo de bulbos que nadie compró iniciándose así una tendencia a la baja que hizo que en tan sólo unos meses su precio cayera en picado afectando a toda la sociedad. Los floristas holandeses exigieron que se cumplieran los contratos anteriores al 30 de noviembre (el tulipán florece en abril y mayo) pero el gobierno desestimó esta petición y rescindió todos los contratos.

Nacho Moreno
palomitasenlosojos.com

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