El mercurio comenzó a morir lentamente entonces y el sábado en Ginebra más de 140 países cerraron un pacto mundial para restringir su uso. En una de las primeras convenciones ambientales desde Kioto, acordaron prohibir a partir de 2020 el mercurio en baterías, lámparas, relés y cosméticos además de controlar las emisiones de plantas térmicas, cementeras y químicas, entre otras. El pacto incluye el abandono progresivo del uso de mercurio en odontología. Sí se permitirá el uso como conservante en vacunas y en otros dispositivos en los que no hay sustitutos.
El tratado —que se llamará Convención de Minamata— deberá ahora ser ratificado por los Estados para que entre en vigor, lo que ocurrirá entre 2015 y 2018.
Bioacumulación del mercurio: Un informe de Naciones Unidas (Pnuma) calcula que se emiten al año 1960 toneladas de mercurio por actividades humanas.
(...) En 2011, El Gobierno español recomendó a embarazadas y menores de tres años no comer emperador ni atún rojo por el alto contenido en mercurio, considerado un neurotóxico. En 2003, el Instituto Español de Oceanografía realizó un completo estudio en el que halló altos niveles de mercurio en muestras de marrajo, pez espada y tintorera en aguas en las que pescaba la flota española. El informe fue declarado confidencial y el Gobierno lo ocultó durante siete años, hasta que la Audiencia Nacional le dio la razón a la ONG Oceana y obligó publicarlo.
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